Hace mucho, mucho tiempo, vivía un hombre llamado John que amaba las espirales. Las espirales son esas formas retorcidas que giran y giran, como la concha de un caracol. Hacer estas espirales le trajo alegría a John, y pasó muchas horas tratando de obtener el resultado correcto. Repasaba sus espirales muchas veces y no se las mostraba a nadie hasta que pensaba que estaban bien. ¡John quería hacer sus espirales lo mejor posible!
Pero el amor de John por las espirales comenzó a convertirse en algo menos agradable. Comenzó a copiar las espirales de otras personas. En lugar de diseñarlas él mismo, plagió los diseños de otros y los reclamó como propios. A medida que seguía mintiendo sobre el origen de sus espirales, las mentiras se hicieron cada vez más grandes. Finalmente, alguien se dio cuenta de lo que estaba haciendo John y lo atraparon. La gente se enojó y John se metió en serios problemas por ello.
Como sus mentiras habían sido expuestas, John estaba furioso y quería vengarse de todos los que percibía como responsables de revelar la verdad. Su sed de venganza sólo lo llevó a actuar de manera peligrosa. Dejó de obsesionarse con sus espirales y, en cambio, comenzó a tomar malas decisiones que lo ayudaron a él y a otros a ponerse en peligro. Un día, John se enfrentó a una situación que se salió de control. Todo lo que había esperado que les sucediera a los demás, en realidad le estaba sucediendo a él, y tendría que enfrentar las consecuencias de lo que había hecho.
John ahora tenía que navegar por una delicada red de secretos mientras se hundía cada vez más en su propia obsesión con las espirales... ¡Se dio cuenta de que había todo un mundo de otros entusiastas de las espirales ahí fuera! Pero algunas de estas personas no se detendrían ante nada para proteger sus propios secretos sobre cómo hacían sus espirales. Cuanto más aprendía John sobre este mundo secreto, más descubría algunas verdades sorprendentes y una nueva sensación de estar atrapado. El laberinto en el que estaba atrapado se estrechaba a su alrededor, y descubrió que no estaba solo en su fijación.
Al principio, las cosas iban bien para John, pero pronto se convirtieron en una pesadilla, en una caída presa del miedo, un miedo del que no podía escapar. Empezó a sentir que siempre lo estaban observando y que algunas de las personas a las que había hecho daño buscarían venganza. Esto hizo que John se sintiera muy triste y asustado. Empezó a descender en espiral por un oscuro camino de desesperación. Finalmente, John llegó a la conclusión de que enfrentarse a lo que temía era la única forma de asumir su papel en los acontecimientos que se habían desarrollado. Habían comenzado como espirales de alegría, pero ahora lo perseguían y sabía que no podía volver a las espirales de antaño.
La obsesión de John por las espirales lo llevó al borde de un lugar muy oscuro. Comenzó a perder todo lo que significaba algo para él: amigos y felicidad. Estaba solo y perdido, y se sentía perdido y solo. Había recorrido un camino largo y extraño, y había aprendido muchas lecciones valiosas en el camino, sobre la honestidad y las consecuencias de las decisiones de uno.
¡John debería haber aprovechado su amor por las espirales para algo bueno! Podría haber creado espirales geniales para la construcción o sistemas de flujo de aire que refrescan a la gente. Tenía las herramientas para excavar, herramientas para hacer espirales perfectas, pero eligió un camino más oscuro que, en última instancia, lo llevó a la muerte.
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